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El pensamiento crítico en estudiantes

Para lograr que el alumno llegue a adquirir una autonomía intelectual, es necesario desarrollar destrezas de orden superior como las del pensamiento crítico.



Actualmente, la misión de la escuela no se centra en enseñar a nuestros estudiantes una cantidad de conocimientos determinados (matemáticas, lenguaje, ciencias sociales, etc.), sino, ante todo, conseguir que ellos mismos aprendan a aprender. En efecto, para lograr que el alumno llegue a adquirir una autonomía intelectual, es necesario desarrollar destrezas de orden superior como las del pensamiento crítico.


Según Matthew Lipman, un importante investigador sobre pedagogía, es fundamental estimular el pensamiento de orden superior en el aula, definiéndolo como “un pensamiento rico conceptualmente, coherentemente organizado y persistentemente exploratorio… cuyos rasgos pueden entenderse como aquellas metas a las que el pensamiento de este tipo siempre tiende a alcanzar y no como aquellas de las que nunca se desvía”.

El desarrollo del pensamiento crítico permite que nuestros alumnos tomen decisiones acertadas y resuelvan todo tipo de problemas. De hecho, un joven con un alto nivel de pensamiento crítico está en la capacidad de alcanzar un alto nivel análisis, producción, contextualización y distinción crítica.

INED 21, medio especializado en educación y aprendizaje en España, propone algunas técnicas para el fortalecimiento del pensamiento crítico en nuestros estudiantes:

Hacer preguntas, esto permite estimular la curiosidad: “¿Qué pasaría si…”?, “¿Cómo es posible que…?”, “¿Qué harías tú en ese caso…?”, “¿Qué sabéis acerca de…?, crear preguntas de reflexión y clarificación de conceptos más importantes.

Utilizar gráficos como introducción a un tema.

Exponer distintos puntos de vista acerca de un mismo tema. Por ejemplo un conflicto bélico contado desde la visión de cada uno de los bandos implicados.

Activar la participación de todos los alumnos utilizando alguna técnica de “participación al azar”. Por ejemplo, escribir tarjetas con los nombres e ir eligiendo de una en una para contestar, preguntar o comentar durante la clase.

Fomentar que los alumnos se conozcan entre ellos, el trabajo en equipo y el uso de la escucha activa, pidiendo que resuman con sus palabras lo dicho por otro compañero.

Hablar menos para hacer que los alumnos piensen más, mediante paros en la clase para que trabajen y reflexionen sobre los temas que se han tratado.

Utilizar el método socrático para hacer preguntas y organizar debates entre los alumnos sobre temas que generan controversia.

Fomentar el trabajo colaborativo, a través de trabajos en pequeños grupos, donde aparte de completar la tarea solicitada tengan que previamente describir los objetivos, exponer qué estrategias utilizaron y cómo resolvieron sus problemas. ✍: Jennifer Mancilla – Profesora de Historia.

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