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La educación en arte y creatividad

La educación en arte y creatividad promueve en los niños la integración de las emociones y su reconocimiento, la imaginación, las experiencias, el conocimiento divergente por medio de la exploración a través de la generación de ideas con base en el trabajo personal y colectivo.



La educación en arte y creatividad promueve en los niños la integración de las emociones y su reconocimiento, la imaginación, las experiencias, el conocimiento divergente por medio de la exploración a través de la generación de ideas con base en el trabajo personal y colectivo.

Una educación artística divergente y creativa desarrolla habilidades que están estrechamente relacionadas con la percepción, la investigación, el procesamiento de la información, el análisis y la comunicación. Además del proceso creativo, los niños adquieren la capacidad de aprender y la capacidad de análisis, lo que permite la emisión de juicios de valor sobre las diversas manifestaciones artísticas.

Asimismo, durante las horas de educación artística, el trabajo con herramientas y materiales diferentes desarrolla habilidades psicomotrices que promueven la expresividad y creatividad. Para “aterrizar” un poco esta idea propongo este ejemplo de proceso creativo. El proceso se inicia pidiendo a los alumnos que imaginen un viaje al campo. Luego, tras haber generado ciertas pautas colectivas, se les pide que dibujen el árbol más bonito que se hayan imaginado en aquel viaje. De esta manera, hemos dado inicio a un proceso divergente que genera mucha más creatividad y motivación a diferencia de un trabajo tradicional, donde se inicia la clase con un “hoy dibujaremos un árbol; un árbol está compuesto por un tronco, ramas y hojas”.

Durante el proceso creativo es necesario que se motive a través de la retroalimentación positiva; es decir, el intento, en vez de ser castigado, debe ser reconocido, pues no hay una única solución. En ese sentido, resulta importante un trabajo constante de los docentes para desarrollar la singularidad del alumno dentro de un colectivo, siempre respetando ciertas pautas para llegar a un resultado deseado.

A más diversidad creativa, mayor repertorio de acción artística, lo que conlleva a un sinergismo creativo en el aula. Además, el trabajo de los niños se amplifica social y culturalmente cuando se comunica, se expone y se presenta para la observación y disfrute de todos. Es decir, el trabajo artístico genera creatividad y pensamiento reflexivo, ayuda al reconocimiento de sentimientos, y mejora la capacidad comunicativa.

Siguiendo con el ejemplo previo, seguimos el viaje imaginario y pedimos que dibujen algo que les da alegría o tranquilidad; o por el contrario le da miedo o nervios. A eso, pedimos que expliquen qué sentimiento era y por qué lo han plasmado así. Este proceso ayuda a aprender sobre nuestros sentimientos, a reconocer los nuestros y los de los demás. Los adultos muchas veces no sabemos diferenciar entre disgusto o ansiedad, y es porque no lo aprendimos de pequeños.

En resumen, la educación artística enseña a expresar las propias ideas y sentimientos, desarrolla la creatividad (experimentando, imaginando y pensando divergentemente), enseña a trabajar en equipo (colaborar con otros, aceptar consejos y críticas), enseña a respetar y valorar el trabajo y el esfuerzo propio y el trabajo de otros, valorando la originalidad. ✍: Alicia Montenegro – Directora.

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