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La pandemia del COVID 19 y la transformación educativa: la evaluación

POR ALICIA MONTENEGRO, RICARDO A. LOSNO, FABRIZIO LOPEZ, ALEJANDRA TAMAYO Y DANIELA SALAZAR (GRUPO DE INVESTIGACIÓN E INNOVACIÓN – COLEGIO BRÜNING)



Para responder a los retos planteados por la pandemia del COVID-19 y a los próximos desafíos que se avecinan, como la transformación digital, se debe promover una educación orientada al desarrollo de habilidades intra e interpersonales que brinden las herramientas para el logro de interacciones efectivas con el medio y la creación de vínculos positivos mientras se aprende a convivir positivamente con las emociones, cambios e incertidumbre. Necesitamos formar personas resilientes para superar las adversidades; ágiles emocionalmente para lograr aceptar y actuar sobre sus pensamientos, acciones y sentimientos sin descuidar sus valores; flexibles para tener apertura de pensamiento y lograr adaptarse a los cambios; y críticos para no temer cuestionar o dar su punto de vista con argumentos sólidos.


¿Qué está pasando con la educación escolar en este contexto?


Estamos frente a la necesidad de una enseñanza híbrida, que combine lo presencial con las alternativas digitales, tomando lo mejor de ambos mundos. Esto representa un proceso de desaprendizaje para muchos, en donde lo tradicional se ve reemplazado por una preparación y capacitación para trabajos que aún no existen, pero en donde primará la formación en habilidades para la vida. (Manes, 2020)

Debe responderse a la necesidad de cambiar estilos, contenidos y metodologías con miras a una enseñanza aplicativa; enfocada en la formación de personas que respondan asertivamente al cambio.


¿Cuál es el rol de la evaluación en el nuevo aprendizaje?


Como señala Fernando Reimers, director del programa de política educativa de la universidad de Harvard, la finalidad de la educación no debe ser la evaluación, sino más bien, producir una sociedad viable (Nogueira, 2020). Pese a que para muchos sigue primando la necesidad de un calificativo, Reimers nos recuerda que existen muchas variables no mensurables que resultan igual o más relevantes, como la tolerancia, el trabajo en equipo, la empatía, entre otras.


Es aquí donde se valora el proceso al reconocer que la evaluación debe mostrar el avance de cómo el alumno está aprendiendo a aprender y no a examinar cuánto conocimiento ha adquirido en tal o cual materia. Este nuevo proceso nos enseña también que muchos conocimientos o contenidos deben estar conectados para darles un sentido más aplicativo y significativo al aprendizaje.


“Lo importante es lo que aprenden los alumnos y cómo lo aprenden; lo que llamamos aprender a aprenderapunta Alicia Montenegro, directora del Colegio Bruning. La pedagoga agrega que “la evaluación es la evolución de la capacidad de los alumnos para pensar críticamente, ser autónomos, atreverse a ser innovadores y tener la flexibilidad cognitiva necesaria para adaptarse a un mundo VUCA.


Finalmente, es importante reconocer que, en este nuevo paradigma de la educación y evaluación, el estudiante asume un rol protagónico a nivel personal y grupal en su contexto de aprendizaje. El maestro será un acompañante y un mentor que le brinde las herramientas y feedbacks necesarios para alcanzar su potencial a nivel afectivo, cognitivo y social.


Referencias


Manes, F. (2020, 4 de junio). Habilidades para el siglo XXI post COVID-19. Banco Interamericano de Desarrollo. https://blogs.iadb.org/educacion/es/habilidadespostcovid/

Nogueira, A. (2020, 22 de julio). Fernando Reimers: “El fin de la educación es producir una sociedad viable, no la evaluación”. El País. https://elpais.com/educacion/2020-07-22/fernando-m-reimers-el-fin-de-la-educacion-es-producir-una-sociedad-viable-no-la-evaluacion.html

Oppenheimer, A. (2018). ¡Sálvese quien pueda! El futuro del trabajo en la era de la automatización. Lima: Debate.

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