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Neuroeducación: El juego, el arte y el ejercicio forman parte del proceso de enseñanza-aprendizaje.



¡Al colegio vas a aprender, no a jugar!


Una frase completamente desactualizada y errada, pues otra vez la neurociencia nos enseña que, en los niños, sobretodo en los preescolares, el juego cambia las conexiones de las neuronas en la corteza prefrontal del cerebro. Gracias a esos cambios se forman nuevas conexiones en el centro de control de las funciones ejecutivas. Además de promover las funciones ejecutivas, el juego ayuda a formar seres prosociales con inteligencia emocional para interactuar con otros de forma positiva.


En los niños más grandes, el juego despierta la curiosidad, mantiene la atención y facilita el aprendizaje. Cuando jugamos se libera dopamina que facilita la transmisión de información entre el hipocampo y la corteza prefrontal, promoviendo la memoria de trabajo. La gamificación (gamification en inglés) es una técnica que traslada la mecánica de los juegos al ámbito educativo para que se aprenda de manera divertida. Los errores son vistos como parte del proceso de aprendizaje y la posibilidad de corregirlos hace que nuestros estudiantes se mantengan motivados de tal manera que la autoconfianza en sus habilidades se consolida.


El arte promueve el desarrollo cognitivo


La neuroplasticidad, también conocida como plasticidad cerebral o neuronal, es la capacidad que tiene el cerebro de cambiar, modelarse y aprender a través de la actividad que la persona realiza. La neurociencia ha demostrado que las actividades artísticas promueven el desarrollo de los procesos cognitivos a través de la estimulación de la plasticidad cerebral. Al actuar se liberan neurotransmisores, como la noradrenalina, que interviene en los procesos relacionados con la atención, la memoria de trabajo o el autocontrol. Además, la interacción entre niños y niñas durante la práctica del teatro o del baile promueve el desarrollo de las habilidades blandas como la empatía y son beneficiosos para la memoria semántica.


La neurociencia nos enseña que la educación artística (plástica, musical o teatral), que en el pasado habia sido muchas veces marginada, es una fuente generadora de habilidades sociales, emocionales y cognitivas.


El ejercicio físico mejora el aprendizaje


Hace algunos años nadie podría imaginar que la práctica regular de ejercicio favorece el aprendizaje. La neurociencia ha demostrado que durante el ejercicio se secretan moléculas que promueven la neuroplasticidad y la neurogénesis en el hipocampo facilitando el aprendizaje. El ejercicio reduce el stress y mejora el estado de ánimo a través de moléculas como la dopamina que participa en el proceso de gratificación.


Experimentos en niños y adolecentes han demostrado que, hasta tan solo 20 minutos de ejercicio previos a realizar pruebas lingüísticas o aritméticas, mejoran los resultados que aquellos que no han realizado ejercicio físico previo a las pruebas. Otros investigadores, unos poco más audaces, han demostrado que hacer pequeños parones durante las clases, para realizar cierta actividad física, puede mejorar la concentración de los alumnos tras los ejercicios.


Con la llegada de la neurociencia, los maestros debemos comenzar a desaprender y dejar de lado conceptos o costumbres educativas para continuar mejorando el proceso de enseñanza-aprendizaje. Cuando a uno le apasiona lo que hace, aprender o desaprender, no cuesta ningún esfuerzo si con esto vamos a beneficiar a nuestros queridos alumnos.


Alicia Montenegro

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